Hemos leído en innumerables sitios, portales, medios y posteos sobre la relevancia que las redes sociales tienen en la vida diaria de las personas, por ende, no debemos esperar que el lobby -como actividad política- quede exento de su influencia y los cambios que trae este fenómeno digital. TikTok, Instagram, Facebook y Twitter (entre otras) tienen miles de seguidores que interactúan en simultáneo, generando un gran público que viene a reemplazar los grandes escenarios donde candidatos y candidatas movilizaban masas en pos de una causa.

Cada político puede encontrar en este universo un grupo receptor de sus mensajes o una audiencia con quien debatir propuestas o modelos de gestión. A su vez, este contacto transforma los espacios de poder al promover figuras que se consideran fuera de “lo tradicional o partidario”, por ejemplo, Rodolfo Hernández en Colombia o Nayib Bukele en Salvador. Ambos se presentaron como “antisistemas” con un fuerte respaldo en las redes: el colombiano fue titulado por los medios nacionales como el “rey del TikTok”, resaltando su capacidad de llegar a la gente con mensajes cortos e interactivos, lo que permitió terminar con el predominio del Uribismo dentro de la derecha. Mientras que el salvadoreño logró llegar a los jóvenes apáticos con las fuerzas del establishment.

Las redes también empujaron un nuevo tipo de cabildeo o lobby en línea: los políticos y los diferentes grupos de presión pueden discutir asuntos nacionales e internacionales a través del internet. Actualmente, la posibilidad de convertir un mensaje en #TrendingTopic puede tener más impacto que una estrategia centrada en solo reuniones y medios de comunicación.

Esta arena digital se convirtió en una comunidad de base popular para comentarios políticos, noticias y entretenimientos. Como se mencionó con anterioridad es un gran lugar para generar apoyo, buscar puntos de vista más amplios y conversar, a menudo con personas que tienen puntos de vista opuestos. En este esquema cualquier líder o institución requiere de un perfil con contenido para obtener los resultados que se esperan respecto al tema en cuestión.

Por otra parte, como fruto de la conversación, en muchas ocasiones emergen cambios fundamentales en la legislación general, por ejemplo, inclusión de derechos de las minorías, diversidad e inclusión, o posturas más conservadoras. Al existir múltiples fuentes de información y algunas de ellas sin verificación, cualquier actividad de lobby requiere de precaución frente a lo que se puede hacer o conseguir. Una recomendación que se hace extensiva a organizaciones e integrantes de la sociedad civil que con buenos motivos luchan por una causa.

Es sabido que bien regulado el lobby ayuda a mantener y mejorar la confianza pública en la democracia y el proceso de representación de las políticas públicas, por ende, las redes sociales conllevan una serie de beneficios que vienen con la existencia de más voces para la toma de decisiones:

Contacto directo entre votantes y políticos/organizaciones: las redes sociales amasaron una cantidad muy grande de seguidores, traduciéndose en un espacio que requiere de inversiones para ubicar los mensajes en el centro del debate. En las últimas campañas se ven con mayor frecuencia ads de políticas que toman parte del debate.

Influencia en las prácticas de los medios: el lobby en línea es un asunto de interés público llegando rápidamente a los medios tradicionales. Periodistas recurren a las redes sociales y otras plataformas para conocer la opinión de la gente sobre un tema antes de escribir un artículo de interés local o nacional.

Brinda retroalimentación sobre los efectos del lobby en línea: las redes sociales se utilizan para analizar el impacto del lobby. Por ejemplo, activistas pueden medir si una campaña específica fue efectiva o no, también el nivel de aceptación o rechazo.

Como conclusión el lobby en redes sociales: a) da forma al entorno de políticas digital y al debate público; b) aumenta la conciencia y el compromiso sobre un tema político de manera oportuna e interactiva; c) monitorea posiciones, conversaciones y la reputación de los stakeholders; d) crea credibilidad para una organización a través de retroalimentación instantánea de sus mensajes; y e) moviliza a un mayor número de personas en pos de una causa.